Modo de preparación
Batir la mantequilla blanda con el azúcar hasta obtener una crema suave y agregar los huevos uno por uno sin dejar de batir. Hasta que no se absorba uno, no pongas el siguiente.
Poner la nata y una cucharada de zumo de limón y trabajar con la batidora durante un rato hasta conseguir una bonita crema uniforme y esponjosa.
Tamizar la harina con la levadura química y una pizca de sal e incorporar a la mezcla de crema de huevo por partes removiendo suavemente con una cuchara de madera hasta su total absorción.
Verter en una capa fina de aproximadamente 1-1.5 cm en un molde adecuado rectangular o redondo cubierto con papel de hornear y espolvorear con unas 3-4 cucharadas de azúcar. El último paso nos garantizará el aspecto auténtico de este pastel, con una corteza crujiente y ligeramente agrietada por el azúcar.
Hornear a 170 grados en horno precalentado durante unos 20 minutos o hasta que al introducir un palillo, éste salga seco.
Debido a la fuerte aceitosidad, la torta se separa fácilmente del papel de hornear o directamente de la forma, pero es frágil y tierna, así que tenga cuidado de no romperla.
Su textura es húmeda y se deshace en la boca. Mi consejo es probarla así primero, y la próxima vez que pruebe diferentes aditivos para un aroma ligeramente diferente (sigue siendo aromático sin ellos, especialmente si usó mantequilla de calidad y huevos caseros) como vainilla, ron, anís licores, canela.
Tradicional de Galicia, pero amado en toda España, este pastel ligero encanta por su suave ternura y sabor.
¡Buen provecho!