Modo de preparación
Cortar las berenjenas a lo largo en forma de rodajas de 1/2 cm de grosor (aproximadamente), disponer en la bandeja del horno, espolvorear con aceite de oliva y sal y hornear a 200 grados durante unos 15-20 minutos.
Mientras tanto, picar finamente la cebolla y sofreírla en la cantidad restante de aceite de oliva, agregar más si es necesario. Cuando esté casi lista, incorporar la carne picada, revolviendo vigorosamente para que se convierta en migas/gránulos. Salpimentar.
Cuando la carne picada cambie de color, vierta inmediatamente el vino blanco y revuelva hasta que se evapore, luego agregue el orégano, la albahaca, la canela y el puré de tomate con la cucharada de azúcar. Cocine a fuego medio-bajo hasta que quede grasa y finalmente vierta la leche fresca. Revuelva bien, se mezclará con la mezcla y le dará un color más delicado y suavizará el sabor.
Retire del fuego y agregue el perejil picado.
En una bandeja de 40/25 dimensiones aproximadamente, disponer una capa de rodajas de berenjena al horno, esparcir la salsa boloñesa uniformemente por encima y rallar la mitad del queso. Colocar la berenjena y la salsa restante encima. Reservar y comenzar hacer la bechamel.
En una cacerola, calentar la mantequilla y el aceite de oliva a fuego medio o bajo. Cuando la mantequilla esté completamente derretida, echar la harina de golpe y remover unos dos minutos, luego verter la leche poco a poco (es mejor si está fría), removiendo constantemente hasta conseguir la consistencia deseada y la bechamel esté liso y suave. No se preocupe si al principio le salen grumos de la harina, se disolverán a medida que revuelva. Por último, sazona con sal, pimienta blanca y nuez moscada.
Verter la bechamel preparada en la bandeja con las berenjenas, distribuyéndola uniformemente. Rallar los quesos restantes y hornear en un horno precalentado a 180 grados hasta obtener un bonito bronceado dorado en la parte superior.
Espolvorear el plato terminado con perejil u otra especia verde.