Modo de preparación
Primero preparamos la decoración crujiente de nuestra crema triturando las galletas con una batidora o un rodillo hasta que queden migajas finas.
Colocamos en un bol y mezclamos con la mantequilla derretida, reservando 12-13 gramos de la misma, que usaremos más adelante para otro fin. Dejamos caer las gotas de esencia y mezclamos bien.
Preparamos una bandeja cubierta con papel de horno y encendemos el horno a calentar hasta 200 grados.
Colocamos un pequeño aro redondo sobre el papel y ponemos una cucharada de la mezcla crujiente. Presionamos con los dedos o un utensilio conveniente hasta que quede nivelado y compacto (asegúrate de que quede de un poco más de 1/2 cm de grosor, porque las galletas muy finas se romperán después).
Sacamos el aro y seguimos así hasta terminar con la mezcla y tener galletas con sabor a plátano bien formadas. Colocar en el horno precalentado durante 2-3 minutos y sacar inmediatamente para que no se derramen y pierdan su forma. Nuestro objetivo es que queden ligeramente doradas y crujientes. Dejamos enfriar.
Empezamos con la crema triturando dos de los plátanos con un tenedor. Aunque queden pequeños trozos no es problema, porque así conseguiríamos una textura más interesante. Rociamos con jugo de limón, que no sólo neutralizará la oxidación de los plátanos, sino que también agregará sabor.
Añadimos el mascarpone y el azúcar glass y batimos bien. Probamos y si lo preferimos agregamos más azúcar para obtener más dulzor.
Ponemos la mantequilla reservada y el azúcar cristal en una sartén calentada a fuego moderado. Cortamos el tercer plátano en rodajas y en cuanto el azúcar y la mantequilla se derritan, caramelizamos brevemente los trozos.
En copas de postre o cuencos adecuados ponemos las galletas en el fondo, distribuimos la crema encima y decoramos con más galletas y plátanos caramelizados.
Nota: No he probado a dejar reposar las natillas, ya que normalmente las comemos enseguida. Pero yo os aconsejaría, si no vais a servir inmediatamente, no poner las galletas encima, para que no se mojen, se ablanden y pierdan su efecto. Es mejor decorar los postres justo antes de servir. ¡Buen provecho!
