Modo de preparación
Preparamos la primera masa tamizando la harina en un bol. Hacemos un hueco y echamos el agua ligeramente templada, la cucharada de azúcar y la levadura finamente triturada. Cascamos los huevos y amasamos una masa suave. Es bueno trabajar con una amasadora porque se vuelve muy pegajosa. Añadimos un poco de harina si está muy fina para que nos sea más fácil mezclar, pero no os exageréis, debe quedar blanda. Cubrir con un paño limpio y dejar reposar en un lugar cálido durante 1 hora y media.
Pasada una hora, comenzamos a amasar una segunda masa. Tamizamos la harina para ello en otro bol y hacemos un hueco. Activamos la levadura en la leche fresca con un poco de azúcar hasta que burbujee, y la echamos al pocillo.
Rallamos las cáscaras de los cítricos sobre el azúcar en un rallador fino (sin partes blancas), para que suelten líquido para humedecerlo. Metemos al hueco en la harina y terminamos con miel, vermú y una pizca de sal.
Amasamos una masa pegajosa usando una máquina o sobre una superficie enharinada con una espátula para masa. Es difícil con este tipo de masas, pero os aseguro que el resultado merece la pena.
Formamos una bola y dejamos reposar 10 minutos.
Combinamos las dos masas y amasamos sobre una superficie enharinada durante al menos 10 minutos, engrasándonos ligeramente las manos para que no se pegue demasiado.
Ponemos la mantequilla poco a poco, blanda o ligeramente derretida, sin dejar de amasar constantemente, sin miedo a que empiece a pegarse aún más.
Ponemos la mantequilla poco a poco, blanda o ligeramente derretida, sin dejar de amasar constantemente, sin miedo a que empiece a pegarse aún más. Ese es el procedimiento. Espolvoreamos harina si os resulta imposible y os ha quedado una masa pegajosa. Esta es la parte más difícil, pero una vez que lo domines, comenzarás a sentir elasticidad entre los dedos y será más fácil. Trabaje así durante al menos 7-8 minutos y luego extiéndala con un rodillo formando una base espesa.
Cortamos las frutas deshidratadas y los frutos secos en trozos medianos y distribuimos sobre la base. Doblamos y presionamos suavemente nuevamente para distribuir uniformemente por toda la masa. Formamos una bola y la colocamos en un recipiente/molde de paredes altas (20 cm de diámetro).
Se pueden hacer paredes altas con papel de horno cortando un círculo del diámetro de la bandeja y luego una tira de al menos 16 cm de alto y 40 de largo, grapando los dos extremos, ya que la cinta adhesiva o el pegamento no sirven para el horno.
Dejamos reposar hasta que duplique su volumen. Tarda bastante. Lo hice reposar durante 6 horas en un lugar muy cálido y algunas personas lo dejan toda la noche.
Horneamos durante 30-35 minutos en horno precalentado a 160 grados. Una vez que el pan se haya enfriado, untamos ligeramente gotas de chocolate derretidos al baño maría.
Para el glaseado, mezclamos el azúcar glass con la leche y echamos sobre la superficie.
Espolvoreamos más frutos secos y servimos con una copa de champán.
¡Felices fiestas!
Nota: En general este pan es bueno para hacer en forma más estrecha y más alta, también hay paquetes especiales para este fin, pero como son difíciles de encontrar, recurrí a uno artesanal. No consigue el mismo efecto, pero al menos algo.
Este placer requiere mucho tiempo y una gran pelea con la masa, ¡pero vale la pena!