Modo de preparación
Blanqueamos las espinacas brevemente en agua hirviendo con sal. Escurrimos y trituramos con la batidora de mano. Picamos finamente los dientes de ajo y la cebolla.
Calentamos el aceite (80 ml) y la mantequilla a fuego moderado. Primero sofreímos la cebolla hasta que esté ligeramente dorada, después agregamos los ajo. Cuando pasen unos dos minutos, echamos la harina (60 g) y removemos hasta que esté dorada.
Vertemos poco a poco la leche, batiendo constantemente hasta obtener una bechamel espesa.
Agregamos las espinacas trituradas, sal al gusto y la pimienta blanca y continuamos removiendo hasta que la mezcla comience a separarse ligeramente del fondo y las paredes de la cacerola o sartén.
Apartamos del fuego y añadimos la mozzarella cortada en trocitos pequeños.
Untamos la superficie de la bechamel con un poco de mantequilla para evitar la formación de una costra dura. La otra opción es de ir removiendo con una cuchara hasta que la mezcla esté fría. Una vez que se haya enfriado, guardamos en la nevera (no es preciso, pero es aconsejable)
Preparamos 3 platos - uno con los huevos batidos, otro con harina y e tercero con pan rallado.
Tomamos porciones de la mezcla y formamos las croquetas alargadas o redondas. Pasamos primeramente por harina y así terminamos de darles forma, luego pasamos por los huevos y finalmente por pan rallado.
Calentamos aceite abundante en una sartén y freímos las croquetas hasta que estén doradas.
Retiramos y disponemos sobre papel de cocina para absorber el exceso de grasa.
Servimos como entrante o aperitivo, acompañadas de una salsa de mayonesa.
¡Buen provecho! Las croquetas de espinacas y mozzarella están listas.