Modo de preparación
La leche de almendras se encuentra entre las leches vegetales más preferidas y es una bebida rica en proteínas , fibra y antioxidantes.
Una taza contiene solo 40 calorías y vitaminas B, C, E, D, así como calcio y magnesio, fósforo y selenio. La diferencia entre la leche de origen animal y la leche de frutos secos está en la composición y principalmente en colesterol, lactosa o caseína, que están presentes en la leche de vaca.
En general todas las leches de origen vegetal tienen la excelentes propiedades de formar parte de una dieta vegetariana, vegana o si gluten (tal vez excepto la leche de espelta).
Remojamos las almendras por la noche. Como algunas legumbres, todas retienen inhibidores que son buenos para los frutos secos, pero no para el cuerpo humano. Esto se debe a que los inhibidores interfieren con nuestras enzimas al unirse a ellas o, peor aún, al hacer que se deformen.
Ademas el ácido fítico, que se encuentra en los frutos secos, semillas y legumbres, también tiene capacidad de dañar. Esto sucede cuando se une con el magnesio, calcio, hierro y no permite que sean absorbidos.
Lavamos las almendras remojadas en dos o tres aguas. Si tienen piel la podemos quitar con facilidad.
Ponemos las almendras en una licuadora y vertemos agua. Trituramos durante 30-40 segundos. Colamos la leche de almendras obtenida en una jarra de vidrio y escurrimos la pulpa a través de un colador o gasa. No la tires, porque tiene muchos usos en la cocina, tanto para hacer recetas dulces o saladas.
Yo la uso para agregar en el hummus, pasteles dulces y salados, rellenos, bizcochos, muffins, bases para tartas o tapas.
La leche de almendra se puede consumir de forma natural o aromatizada con canela o vainilla, así como endulzada con una cucharadita de miel o sirope de arce.