Modo de preparación
Limpie los calabacines desde la noche anterior, no hace falta pelarlos, solo rállalos en un rallador grande. Salpimiente, tapa con papel aluminio y coloque en un colador grande para que escurran muy bien.
Vierta los calabacines escurridos en un bol grande, agregue las migas de pan blanco, y si no tiene, use pan rallado, pero la cantidad debe ser de hasta 200 g, el pan rallado absorberá cualquier líquido residual.
Agregue queso parmesano rallado, cebollas verdes finamente picadas, queso crema, un poco de sal, pimienta negra, eneldo picado, aceite de oliva y mezcle bien.
La mezcla debe ser tal que si se aprieta en la mano, los dedos de la mano deben quedar marcados. Si se considera más seca, agregue un poco más de queso crema o 1 cucharada de yogur espeso. Si está más rígida, añada un poco más de pan rallado/pan desmigado.
Cubra con papel aluminio y deje en el refrigerador por no más de 30 minutos Saque la mezcla con una cuchara de helado con un diámetro de 2.5 cm y forme bonitas bolas. Pasa cada bolita por harina, luego por huevo y finalmente por pan rallado. El pan rallado está al final y le dará un crujido muy agradable a la corteza.
Fríe en abundante aceite caliente, unos 2 - 3 dedos. Las bolitas de calabacín se fríen muy rápidamente por un lado y se dan la vuelta con cuidado por el otro lado. Se retiran sobre papel de cocina, aunque apenas retienen grasa.
Se sirven en una salsa de yogur sazonada con ajo y eneldo.
Puedo ofrecerlos con seguridad como pinchos para fiesta, pegando un palo en cada bola.
La receta es de dulces crudos de calabacín, pero no me gustaron y los transformé en otra versión que estoy mostrando. El resultado fueron unas bolitas perfectas con una corteza extremadamente crujiente, secas y sin grasa. Los serví con bastante calma como aperitivo.