Modo de preparación
Los racimos de flores de acacia blanca se cosechan durante la floración. Recolectamos la hierba de lugares limpios lejos de ciudades contaminadas.
Limpiamos las flores recolectadas de los tallos. Colocamos en un colador y pasamos por el chorro del grifo con agua fría. Los ponemos en un recipiente profundo adecuado y cubrimos con agua de manantial. El agua del grifo no es adecuada.
Le añadimos unas rodajas de limón para darle un aroma cítrico.
El tratamiento térmico es a fuego alto, y después de hervir el agua, esperamos 20 minutos y retiramos el recipiente del fuego.
La decocción se mantiene fresca durante 24 horas. Cuele las flores escurriéndolas bien a través de una gasa.
Al día siguiente, hervimos a muy baja temperatura, reduciendo el líquido a dos litros. Añadimos la misma cantidad de azúcar moreno.
Cuando preparas el jarabe con azúcar blanco cristal, su color es más claro. El azúcar moreno le da buen sabor y ese color ámbar oscuro.
Una regla importante es que el líquido se evapora sin hervir. Se requiere más paciencia, que vale la pena el resultado final. Revuelve la mezcla hasta que espese lo suficiente.
Comprobamos el espesor del almíbar en un platillo que guardamos en el frigorífico. Tan pronto como la gota no corre o la cuchara deja un rastro, el jarabe de acacia blanca está lista.
Diez minutos antes de retirar el almíbar del fuego, agregamos el ácido cítrico. Echamos el aromático jarabe de acacia en tarros limpios y calientes y los ponemos boca abajo. Cubrimos con un paño para que se enfríe más lentamente.
La acción curativa de la acacia blanca es hemostática, expectorante, laxante, reductora de la acidez estomacal.
En la medicina popular, sus flores se utilizan para dolores de estómago e intestinos, dolores de cabeza, neuralgia del nervio facial, reumatismo, enfermedades renales y del tracto urinario.
Nota: este jarabe resulta bastante espeso y tiene la consistencia de miel líquida.