Modo de preparación
Esta crème brûlée no se prepara en un horno al baño maría y no contiene solo yemas de huevo, lo que, sin embargo, no la hace inferior en ningún aspecto a la auténtica.
Lo bueno es que no tendremos que preguntarnos qué hacer con tantas claras de huevo sobrantes, y no tendremos que prender el horno y ensuciar tantos platos.
El truco es cocinarla solo a fuego lento para no cocinar demasiado los huevos.
El primer paso es mezclar la leche con la nata y ponerla al fuego a temperatura moderada. Cortar la vaina de vainilla por la mitad y raspar las semillas en la mezcla de leche. También dejamos dentro la vaina vacía.
Una vez que hierva, reduzcir el fuego a bajo y dejar por 10 minutos para que la vainilla desarrolle su aroma.
Retirar del fuego y dejar enfriar durante 1 hora.
El siguiente paso es batir los huevos con el azúcar a velocidad lenta de la batidora o con un batidor de alambre, para que no quede una espuma espesa, sino líquida, con muy pocas burbujas que inevitablemente se formarán en la superficie.
Combinamos la mezcla de leche y nata, de la que retiramos la vaina de vainilla vacía, con los huevos y batimos hasta homogeneizar.
Poner a fuego lento (2-3 nivel de la placa de cocción) y revolver constantemente durante 15 minutos o hasta que comience a espesar un poco.
Hacer un seguimiento y si notamos que intenta cruzar, inmediatamente bajar el calor en 1 grado. Podemos medir la temperatura con un termómetro de cocina y así asegurarnos de que no supere los 70-80 grados.
Distribuir la crema terminada de hacer en 4 moldes de porcelana y dejar enfriar.
Guardar en el frigorífico hasta el momento de servirlos e inmediatamente antes de servir sacar, espolvorear con una cucharada de azúcar cada crème brûlée y caramelizar con ayuda de un soplete de cocina.
Crema extremadamente delicada con una corteza crujiente de caramelo, un verdadero placer para el paladar y los sentidos.
¡Buen provecho!