Modo de preparación
Calentar el agua a temperatura corporal y disolver en ella la miel y la levadura. Sin esperar a que forme espuma añadir el huevo ligeramente batido.
Tamizar la harina y usando una batidora con ganchos para masa, amasar durante 8 minutos, agregando el aceite de oliva en un chorro fino. La masa es muy blanda, por lo que te resultaría difícil hacerlo a mano. Puedes añadir un poco de harina, pero cuidado que no se endurezca la masa.
Engrasar generosamente un bol grande y transferir la masa a él. Cubrir con film transparente, también engrasado, y dejar reposar 1 hora en un lugar cálido. La masa debe triplicar su volumen y los enlaces de gluten deben verse claramente definidos.
Con las manos engrasadas, saque/vierta la masa sobre una superficie enharinada y amase durante unos dos minutos. Si está pegajosa, use espátulas para recogerla. Ganará elasticidad al amasar.
Dividir en 3 partes iguales y enrollar cada una hasta formar una mecha. Trence y transfiera con cuidado a una molde ligeramente alargado cubierto con papel de hornear. Deje el pan durante aproximadamente una hora más en una habitación cálida para que suba bien.
Precalentar el horno a 170 grados. Pincelar la superficie del pan con una yema batida con un poco de agua y espolvorear con semillas de amapola.
Mucho cuidado de no presionar al untar, porque la masa queda muy esponjosa y sensible. Lo mejor es utilizar un cepillo de silicona.
Colocar en el horno precalentado y hornear por unos 30 minutos o hasta que esté bien dorado.
Dejar que el pan judío se enfríe sobre una rejilla y sirva este increíble pan jalá en su mesa.
¡Buen provecho!