Modo de preparación
Primero, cocinamos los linguine. Los dejamos escurrir mezclándolo con aceite y sal.
Escaldamos las espinacas en agua caliente, separamos media taza del caldo resultante y lo mezclamos con la misma cantidad de agua de la pasta cocida.
En una sartén caliente sofreímos los tomates con un poco de sal, añadimos las gambas (yo no les pongo sal, porque son bastante saladas).
Cuando estén casi listas añadimos las espinacas y el ajo. Dejamos un rato bajo tapa y retiramos del fuego. Luego cortamos las gambas en trozos más finos.
Calentamos un poco de aceite en un cazo y añadimos la harina. Removemos con un batidor de varillas y agregamos la leche.
Luego, revolviendo constantemente, agregamos el caldo, midiendo la cantidad exacta que necesitamos. Debe tener la consistencia de una salsa. Cuando esté lista retiramos del fuego y añadimos 2 yemas de huevo y 50 g de parmesano.
Removemos. Podemos volver a poner al fuego un rato, cuidando que no quede muy fuerte y que no se nos cruce el huevo.
Ponemos las gambas en una cacerola, luego la salsa y finalmente la pasta. Mezclamos bien. Agregamos la última yema y volvemos a mezclar. Se cocina con el calor y añade esponjosidad a la pasta.
Repartimos los linguine con espinacas, gambas y bechamel en platos y espolvoreamos generosamente con parmesano rallado. Si se desea, se pueden agregar trozos de salmón ahumado encima.