Modo de preparación
Congele el pescado durante 48 horas y luego descongélelo.
Limpiar las sardinas y dividir cada una en dos filetes, sin espinas, tanto como sea posible.
Las sardinas tienen muchas espinas finitas ademas de las que que están en el centro. Son tan finos como el cabello y, dependiendo del tratamiento térmico a veces ni siquiera se sienten.
Nuestras sardinas ahumadas no se someten a ningún tratamiento térmico, así que límpielas lo mejor que pueda. Para este propósito, el ayudante más efectivo sería unas simples pinzas. Tire de las espinas visibles para sacarlas.
En el fondo de un recipiente adecuado, ponga una capa de sal gruesa y coloque una capa de filetes de sardina en una fila. Vuelve a esparcir la sal gruesa uniformemente por encima, vuelve a disponer las sardinas y así sucesivamente hasta que se acaben. Por último, termina con sal.
Refriegue por un día (24 horas).
Retire los filetes curados y límpielos de sal. Póngalos en un plato refractario grande.
Enciende las ramitas de romero o tomillo (del sabor que prefieras). Coloque las ramitas en la fuente con las sardinas y envuélvelas muy rápidamente con papel de aluminio. Déjalos durante 2-3 horas para que el humo penetre en las sardinas y queden ahumadas.
Coloque el fragante pescado ahumado en un recipiente que se pueda cerrar hemáticamente. Rociar con aceite de oliva y dejar reposar unas horas antes de comer. No es un problema consumirlos inmediatamente.
Son ideales para tapas, poner sobre rodajas de pan tostado en combinación con tomates o para brochetas en compañía de cebollitas marinadas o caramelizadas, etc.
Pueden encontrar un lugar especial en nuestra mesa y como complemento de diversas ensaladas. Resultan súper tiernas y deliciosas, un auténtico manjar.