Modo de preparación
En un bol perfectamente seco, ponemos las claras de huevo con una pizca de sal. Colocamos un recipiente grande con agua sobre la placa de cocción para que cuando pongamos el recipiente con las claras no haya riesgo de que salpique. Debe estar bien sujeto.
Llevamos a fuego lento.
Montamos la claras con la batidora de varillas eléctrica e incorporamos poco a poco el azúcar, batiendo constantemente al baño maría. La claras deben volverse espesas y la mezcla debe obtener un aspecto brillante y suave.
También se pueden montar las claras de la forma tradicional, sin baño maría. Sin embargo, los prefiero así para que no queden absolutamente crudos.
En un bol aparte, montamos la nata con el azúcar de vainilla. El momento delicado aquí es parar la batidora en cuanto se ponga cremosa, porque si nos pasamos de batir la nata se corta y ya no hay manera de arreglarla.
Combinamos las dos cremas esponjosas y revolvemos con una espátula procurando de mantener la mezcla lo máximo esponjosa. Lo mejor es realizar movimientos envolventes de abajo hacia arriba.
Llenamos la mezcla de helado en formas o moldes (o en un recipiente grande, heladera, etc.). Si utilizamos un molde de bizcocho rectangular, es aconsejable poner un trozo de film transparente que cubra el fondo y las paredes, luego envolvemos el helado con los extremos sobresalientes. Así luego nos será más fácil desmoldarlo.
Metemos en el congelador - el tiempo depende del tamaño de las formas, así como de la temperatura.
Debido a que el helado es muy suave y esponjoso, no se volverá muy duro sin importar cuantas horas lo congele.
Servimos los helados de nata con todo tipo de frutas frescas, mermeladas, toppings, galletas, gofres o frutos secos.
Si el helado casero con clara de huevo y nata es en porciones individuales o con palos se puede servir tal cual, ¡está buenísimo de todas formas!