Modo de preparación
No hay nada mejor que un agradable paseo y una cesta llena de aromáticas fresas silvestres. También agregué algunas de las de jardín a la dosis.
Limpio y lavo con cuidado para no dañar la fruta tierna. Como las fresas del jardín son más grandes, las corté en pedazos. Los espolvoreo con azúcar en un recipiente adecuado (me gustan los recipientes de vidrio) y los guardo en el refrigerador por un día.
Así, las frutas sueltan sus propios jugos aromáticos y no tenemos que añadir agua. Como decía mi abuela, las cosas ricas requieren paciencia además de medida.
Al día siguiente, separo cuidadosamente la fruta con una espumadera. Echo el almíbar que se ha separado en un recipiente esmaltado. Caliento la mezcla a fuego lento, revolviendo continuamente con una cuchara de madera.
Nunca quito la espuma. Solo la golpeo ocasionalmente con la cuchara ranurada. Aprendí este truco de viejos libros de recetas.
Hervir durante 20 minutos, luego retirar el recipiente del fuego y dejar que se enfríe. Cuando esto sucede, agrego las fresas, remuevo con cuidado y vuelvo a calentar a fuego lento. La mermelada se hierve al espesor deseado. Compruebo el resultado con una cuchara hasta que se forma un rastro de almíbar.
10 minutos antes de retirar del fuego, añado el ácido cítrico.
Vierto la mermelada aromática en frascos secos y calientes y pongo la tapa boca abajo. Cubro con una toalla con cuidado para que se enfríen poco a poco.
*Quiero aclarar que la cantidad de azúcar depende del dulzor de la fruta. Te aseguro que las fresas silvestres, al igual que las del jardín, son muy dulces, pero las del mercado tienen un dulzor diferente. Por lo tanto, según tu gusto y fruta, puedes endulzarlo adicionalmente.
La mermelada de fresas silvestres de la abuela está lista.
