Modo de preparación
La leche de vaca se vierte en una cacerola profunda. Es bueno que la olla sea nueva y que se use solo para la preparación de productos lácteos, ya que siempre existe el peligro de que si se usa para otra cosa le dé algún olor residual a la leche.
Ya vertida en la cacerola, la leche se pone al fuego y se calienta a 37-38 grados. Si no tiene un termómetro de cocina para medir con precisión, se comprueba con el dedo pequeño. Si no quema, es la temperatura adecuada.
Apague el fuego y agregue el cuajo de queso a la leche. Dependiendo de la calidad, origen y marca comercial, la cantidad de gotas que se ponen se determinan según las instrucciones del fabricante. El cuajo que yo uso no es muy fuerte y por lo tanto pongo 10 gotas por cada litro de leche.
Después de poner el cuajo, revuelve bien con una cuchara de madera.
Retire la leche del fuego y cubra con una tapa. Envuelve toda la olla con dos paños de cocina o mantas (para mantener la calor). Deja reposar durante 120 minutos.
Luego destapa y corta en trozos pequeños con un cuchillo limpio. Vuelva a tapar el queso y deje reposar por otros 60 minutos para que se separe el suero.
A continuación, vierte la leche cuajada en una gasa ligeramente humedecida con un recipiente de abajo para recoger el suero. Deje colgado para escurrir todo el suero posible.
Es mejor dejar drenar el queso durante toda la noche.
Al día siguiente, se retira el bloque de queso casero y se reboza en sal marina gruesa. No se preocupe, solo absorbe la cantidad necesaria de sal.
Envolver en una bolsa y colocar en el frigorífico. Después de 5-6 horas, la sal se derrite y el queso está firme.
El queso de vaca casero está listo para comer.