La gelatina es uno de los productos más utilizados en la cocina. Muchos de nuestros dulces, cremas e incluso platos de carne favoritos son impensables sin ella. Este asistente indispensable para todo cocinero está disponible en forma de finos gránulos, tiras o polvo.
En la práctica, la gelatina es una proteína simple que se obtiene como resultado de la hidrólisis del colágeno de huesos y cartílagos de animales, que han sido hervidos en agua.
Trabajar con la gelatina es fácil y el resultado está garantizado si se siguen unas sencillas reglas, que suelen estar escritas en el embalaje.
La gelatina se disuelve en agua fría y luego se calienta en un baño de agua, cuya temperatura no debe exceder los 60-70 grados. A una temperatura inferior a 42 grados no se disuelve por completo y a una temperatura superior a 60-70 grados pierde sus propiedades gelificantes.
Luego se agrega al líquido, crema o jugo que se desea gelificar. La densidad de la crema depende de la cantidad de gelatina añadida.
Los pasteles de gelatina son especialmente venerados en nuestra casa, al igual que todos los postres de gelatina, y comíamos tarta de queso con gelatina todos los días.
