A primera vista, freír champiñones es un trabajo fácil: se limpian, se cortan y se fríen. Pero para que sean realmente sabrosos, debes conocer algunas sutilezas culinarias.
En primer lugar, está la limpieza de los champiñones: deben limpiarse bien. Lo más fácil es limpiarlos en un recipiente con agua al que le hayas agregado un poco de sal.
Basta frotar la superficie de cada hongo y la suciedad se caerá sola. Luego, solo necesita poner los champiñones en un colador y dejarlos durante unos minutos bajo el agua corriente.
Luego cocina los champiñones. Si los recogió usted mismo, ponga una cebolla en el agua; si se vuelve azul, existe la posibilidad de que hay hongos venenosos entre ellos y debe tirarlos a la basura.
Los champiñones se hierven durante no más de dos minutos. Luego se escurren del agua, se corta cada champiñón en trozos y se fríen en aceite precalentado.
Los champiñones pequeños se fríen sin cortarlos. Si fríes los champiñones con cebolla, fríe primero la cebolla, luego añade los champiñones y fríelos hasta que estén dorados. Luego cubra con una tapa y deje a fuego lento durante otros cinco minutos.
Los champiñones bien fritos conservan su forma y son suaves. Se pueden servir no solo tibios, sino también fríos. La mayoría de las veces se sirven con salsa de crema con ajo o con salsa de tomate con jengibre.
Los champiñones se fríen con verduras: cebollas, zanahorias, papas, calabacines, coliflor, se agregan a tortillas y pasteles, que se usan para hacer sándwiches.
Las especias demasiado fuertes pueden destruir el sabor de los champiñones, por lo que debe agregarlos en dosis muy pequeñas, y es mejor no poner especias en absoluto.