El tomate es una hortaliza tradicional que suele estar presente en nuestra mesa. Es fuente de vitamina A. Además de vitaminas, los tomates son ricos en sales minerales y otros nutrientes. Los tomates contienen 17 veces más hierro que la leche, el doble que los huevos y el triple que el pescado.
La composición química de los tomates varía según la variedad y las condiciones climáticas. Contienen 94.5% agua, 0.9% proteínas, 3.5% hidratos de carbono, un pequeño porcentaje de almidón, 0.7% celulosa, ácidos orgánicos (cítrico, málico, oxálico), sales minerales (potasio, fósforo, calcio, magnesio, sodio, hierro, etc.)
Además de consumirlos frescos, los tomates a menudo se conservan en tarros y lo bueno es que así no pierden sus propiedades valiosas. Lo que más se suele preparar son los tomates enlatados, salsa de tomate, lutenitsa o tomates secos.
En este artículo hablaremos de cómo blanquear los tomates. En resumen se trata de un procesamiento breve de verduras, frutas u otros productos, introduciéndolos en agua hirviendo o al vapor.
Blanquear del francés ( blanchir) significa sumergir en agua hirviendo.
¿Cómo blanquear los tomates?
Elija siempre vegetales bien maduros y sin daños. Lávelos del polvo con agua corriente. Retire los tallos y en la parte inferior haga un corte transversal con un cuchillo afilado.
Prepare un recipiente con agua fría y hielo.
Ponga a hervir agua en una cacerola. Una vez que complete el proceso, sumerja cuidadosamente los tomates preparados por no mas de 30 segundos. Luego retírelos rápidamente y sumérjalos, pero esta vez en agua helada.
Como resultado de blanquear o escaldar los tomates, el liquido debajo de la piel se hinchará y, después de enfriarse, se encogerá y arrugará. De esta manera, la piel será más fácil de separar.
Y si usas tomates blanqueados o escaldados para una ensalada de tomate, arroz con tomate, otro plato o para enlatar, tú decides.