Los arándanos son uno de esos regalos de verano que desearíamos poder conservar por más tiempo. Estos pequeños frutos extremadamente sabrosos son muy populares en América, de donde son originarios. Se encuentran entre las frutas que cuentan con el mayor contenido de antioxidantes.
Como regla general, los arándanos en nuestro país se encuentran principalmente en las altas montañas: a una altura de montaña de más de 1000 metros, se recolectan arándanos azules y a una altitud de 1700 m sobre el nivel del mar, se recolectan arándanos negros.
Los arándanos fragantes y ecológicamente limpios se pueden recolectar en bosques y pastizales de coníferas y frondosas, donde se pueden encontrar arándanos negros y azules.
La pregunta es qué hacer cuando tenemos una cesta llena de arándanos. Además de la respuesta obvia de convertirlos en una deliciosa tarta de queso con arándanos, muffins de arándanos o mermelada de arándanos, también podemos secarlos.
El secado de arándanos se puede hacer de forma natural sobre papel periódico o gasa o en el horno de la estufa. En el secado natural, los frutos se disponen sobre un periódico y se dejan en un lugar seco y ventilado, debiendo retirarse por la noche.
Puede secar arándanos en el horno elevando gradualmente la temperatura a 50-60 grados y revolviendo constantemente. Los frutos están listos cuando no suelten humedad al frotarlos entre los dedos. Luego debes guardarlos en frascos herméticos.
