Los alimentos ricos en grasas trans tienen un alto contenido calórico y suponen una grave amenaza para la salud de una persona. Sin duda, estas grasas son un veneno seguro y lento, que, sin embargo, está presente en la mayoría de los alimentos de los supermercados.
Los transisómeros de ácidos grasos superiores se obtienen calentando grasas vegetales líquidas a alta temperatura, en presencia de hidrógeno y catalizadores. Este es un proceso conocido como hidrogenación.
Como resultado de la reacción química, las grasas vegetales se solidifican, como ocurre con la margarina. Cuanto más hidrogenado esté un aceite, más sólido será a temperatura ambiente.
Las grasas que una persona ingiere con los alimentos son de tres tipos;
- saturadas;
- insaturadas;
- grasas trans.
Las grasas saturadas son de origen animal, y en su estructura no existen dobles enlaces, por lo que son sólidas a temperatura ambiente.
Las grasas insaturadas contenidas en el aceite de oliva y el aceite de girasol tienen dobles enlaces en su molécula y son líquidas a temperatura ambiente.
Daños causados por las grasas trans
Está científicamente demostrado que las grasas trans son perjudiciales para la salud. Aumentan los niveles de colesterol malo y al mismo tiempo disminuyen los niveles de colesterol bueno en sangre.
Este doble efecto negativo entre los dos tipos de colesterol es dos veces más fuerte que el efecto que tienen las grasas animales.
Los alimentos con grasas trans no solo provocan aumento de peso, sino que también almacenan grasa corporal en el área abdominal. La grasa abdominal conlleva un alto riesgo de enfermedad cardiovascular.
Quienes consumen más grasas trans también tienen mayor resistencia a la insulina, lo cual es un requisito previo para el desarrollo de diabetes.
Las grasas trans ejercen tanta presión sobre el sistema cardiovascular que, según datos del Instituto Harvard, sustituirlas por grasas vegetales líquidas evitaría hasta 30.000 muertes al año sólo en Estados Unidos.
Las grasas trans pueden causar obstrucción de los vasos sanguíneos, diabetes, aumentar permanentemente la presión arterial y conllevan un grave riesgo de sufrir problemas cardiovasculares.
No son inofensivos ni siquiera en dosis mínimas. Sin duda, los alimentos con grasas trans son un grave problema de la sociedad moderna, por los daños y enfermedades que están comprobados que causan.
Alimentos con grasas trans
Si las grasas trans son tan dañinas, ¿por qué se encuentran en tantos alimentos? La respuesta es muy simple: enriquecen el sabor de los alimentos, son más baratos y prolongan su vida útil. Una fuente importante de grasas trans de los alimentos procesados es el aceite hidrogenado.
Otras fuentes principales de grasas nocivas son los chips de patata, las sopas instantáneas, las galletas, las salsas concentradas, los gofres, dulces, muffins, tartas, patatas fritas.
Las grasas trans se encuentran naturalmente en la carne y los productos lácteos. Cuanto mayor sea el contenido de grasa de estos productos, mayores serán los niveles de grasas trans.
Regulación de alimentos con grasas trans
En algunos estados de EE.UU. está prohibido el uso de grasas trans en la preparación de alimentos en restaurantes. La Unión Europea recomienda marcar las grasas trans contenidas en los productos y posiblemente una prohibición total de las grasas trans artificiales. Al revisar la etiqueta, busque no solo aceites hidrogenados, sino también aceites parcialmente hidrogenados.
En nuestro país las grasas trans son muy utilizadas porque son baratas y muy duraderas. No existe ninguna ley que exija la enumeración obligatoria de los pesos exactos de las grasas trans contenidas. Por otro lado, a menudo se las denomina grasas vegetales.
Sustitutos de grasas trans
Las grasas trans deben sustituirse por alimentos que se preparen con aceites de oliva, girasol, linaza y soja. El aceite de oliva es el más beneficioso porque es rico en grasas monoinsaturadas. El prensado en frío tiene cualidades saludables ideales.
En general, se debe limitar el consumo de alimentos procesados y fritos. Se debe reducir la ingesta de grasas de origen animal.
Según la Asociación Estadounidense del Corazón, el consumo de grasas trans debe mantenerse en menos del 1% del total de calorías del día.