El consejo dietético más común que repiten los médicos es consumir la menor cantidad de grasa posible. Las grasas saturadas que se encuentran en la leche y la carne roja son dañinas cuando se consumen en grandes cantidades. Se ha comprobado que aumentan la incidencia de muchas enfermedades, perjudicando especialmente al cuerpo humano en casos de enfermedades como el cáncer, infartos y accidentes cerebrovasculares.
Sin embargo, cabe señalar que no todas las grasas son perjudiciales. Las grasas insaturadas que se encuentran en el aceite de oliva y otros aceites vegetales son saludables. Hay un tipo especial de grasa que tiene propiedades aún más beneficiosas porque es vital. Se les llama esenciales, es decir, imprescindibles.
Los ácidos grasos esenciales, son sustancias vitales que el cuerpo no puede sintetizar por sí mismo, sino que los obtiene de fuentes externas. Tienen un coeficiente de actividad bioquímica extremadamente alto y son muy necesarios porque participan activamente en muchos procesos del cuerpo. Una posible falta de ácidos esenciales puede conducir a una serie de violaciones de diferente naturaleza. Los dos ácidos grasos principales y más importantes para la humanidad son Omega-3 y Omega-6.
Aunque son un tipo de grasa, los Omega-3 no engordan. Por el contrario, muchos nutricionistas recomiendan la ingesta de ácidos grasos Omega-3 cuando se sigue una dieta para bajar de peso, porque con su ayuda se reduce la cantidad de grasas saturadas dañinas.
Es importante que los Omega-3 sean de aceite de pescado, porque en este caso el cuerpo obtiene fácilmente los valiosos ácidos grasos, mientras que los Omega-3 de origen vegetal como el aceite de linaza, por ejemplo, requieren un largo proceso de procesamiento y la efectividad en muchos casos es mínima.
Los ácidos grasos Omega-6 son el ácido linolénico, el ácido gamma linolénico, el ácido araquidónico, etc. Se derivan del girasol, maíz, cártamo y soja. El aceite de cacahuetes, el aceite de oliva, el aceite de palma y el aceite de coco también contienen algo de Omega-6. La investigación muestra que tienen un efecto estimulante sobre la producción de la hormona del crecimiento.
