Las albóndigas de carne fritas o croquetas son unos clásicos en la cocina de muchos países por el mundo. No hay casi nadie a quien no le gusten las sabrosas bolitas fritas hechas con carne picada, verduras o una mezcla de ingredientes.
Las albóndigas fritas son más sabrosas que las preparadas de otras formas, lo que significa que son más excitantes para el paladar. La costra crujiente que se obtiene después de freír es increíblemente deliciosa. Detrás del apetitoso sabor y la seductora apariencia se esconde un peligro que ya no es un secreto para nadie.
Al calentar la grasa en la que se fríe la albóndiga, la temperatura que se alcanza es de unos 200-270 grados. Con él se producen cambios, tanto en los alimentos como en la grasa. Comienzan a liberarse radicales libres, que ingresan al cuerpo al consumirlos e interfieren con los procesos naturales que tienen lugar en el cuerpo. Es posible dañar el material genético y hacer que las células muten, provocando cáncer de estómago.
El consejo siempre es evitar o excluir por completo las albóndigas fritas del menú.
Sin embargo, hay buenas noticias para los amantes de esta delicia frita. La fritura tradicional se puede cambiar para que el plato favorito se vuelva saludable. A continuación te damos algunos consejos cómo freír las albóndigas de forma saludable:
El primer consejo tiene que ver con la grasa que se utiliza para freír. Estamos acostumbrados a utilizar aceite de girasol porque no tiene aroma propio y no modifica el sabor y aroma del producto que se fríe. Tus albóndigas conservan su aroma y sabor favoritos.
Sin embargo, si sustituimos la grasa por aceite de oliva evitaremos los peligros del proceso. El aceite de oliva es la grasa que no se quema por encima de los 200 grados, no contiene colesterol y los ácidos grasos saturados se encuentran en cantidades mínimas.
La otra alternativa es manteca de cerdo. Al entrar en contacto con la carne picada, se endurece y, por tanto, se absorbe en cantidades mínimas, lo que hace que la albóndiga sea más baja en calorías.
Otro momento importante en la fritura es la cantidad de grasa. Las albóndigas deben quedar bien cubiertas de grasa para que no se engrasen y se peguen.
Tampoco deja de ser importante la elección de la sartén en la que se freirán. Las sartenes de acero y hierro distribuyen uniformemente el calor al freír y son la elección correcta del material.
La temperatura que se debe mantener a la hora de freír las albóndigas es de 180 grados.
Las albóndigas fritas se colocan sobre una rejilla metálica o papel de cocina para escurrir la grasa.
Las personas que tienen problemas de salud y no deben consumir las albóndigas fritas también tienen opción.
Estas son las innovadoras freidoras de aire. Las albóndigas hechas en la fridora de aire no se diferencian en nada de las preparadas tradicionalmente, salvo que el proceso de cocción se realiza únicamente con aire caliente. Freír proporciona una circulación ideal de aire y temperatura. Así, nadie se verá privado de su tentación culinaria favorita.
Si te encantan las albóndigas, te sugerimos que pruebes las siguientes recetas para: